Este testimonio de paciente refleja exclusivamente opiniones sobre su propia experiencia. Cada caso es único y siempre será necesario consultar a un médico para recibir información y orientación sobre el diagnóstico y el tratamiento de la acromegalia. Considera que todos los tratamientos pueden tener efectos secundarios, los cuales varían según el tratamiento y la forma en que el cuerpo reacciona. Pregúntale a tu médico por los efectos secundarios de cada tratamiento que te indique.
Antes de mi diagnóstico tenía dolor de dedos. Año tras año el dolor aumentaba un poco, principalmente por la noche, y por la mañana descubría que a menudo no podía sostener un cepillo de dientes para cepillarme.
Mi cara se había hinchado tanto que apenas podía ver mis ojos, y mi piel estaba engrosada, como cuero. Cuando un médico intentó tomarme una muestra de sangre le resultó difícil introducir la aguja en mi piel porque estaba muy engrosada.
No veía al médico mensualmente, pero en una visita mencioné que sentía que había estado sudando mucho. Él lo atribuyó a mi edad y así fue probablemente hasta el climaterio (que se convirtió en menopausia).
Ahora que recuerdo, también tenía los pies y las manos más grandes, pero no se lo mencioné al médico.
Probablemente no me habrían diagnosticado acromegalia hasta después de varios años más si no hubiera sido por un anestesiólogo quien solicitó una resonancia magnética de mi columna cervical.
Posteriormente, el radiólogo me dijo que tenía un tumor hipofisario y que era muy preocupante, y entonces vi a un endocrinólogo.
Fue un momento confuso. No sabía si debía salir y comprar un auto nuevo o hacer un viaje alrededor del mundo, o si estaría muerta la próxima semana. Me sentí como si hubiera caído en un agujero negro y estuve muy triste.
Después de recibir más información me calmé y me dije: ‘Está bien, lucharé contra la acromegalia.’